Las últimas campeonas de la Copa Metropolitana debutaron en una nueva competencia, pero el protagonismo se lo robó una disputa extra deportiva.
El pasado sábado la máxima categoría del voley femenino del país inició una nueva contienda, y en el encuentro de Vélez Sarsfield hubo una cuestión que llamó poderosamente la atención: Nueve de las jugadoras que habitualmente disputan los partidos, estaban sentadas en la tribuna en lugar de estar en la cancha. Y el resultado del partido, disputado por las jugadoras sub 19 de la tira “A”, quedó corrido de plano.
¿Por qué sucedió esto?
Los responsables de gestionar los gastos para la actividad, con Adrián Peláez a la cabeza, les aseguraron que “no hay presupuesto”, dejando a consideración de ellas si quieren jugar igual los partidos o no.
Las deportistas no se quedaron de brazos cruzados, y es por esto que a modo de “protesta”, decidieron no saltar a la cancha hasta que la dirigencia del club regularice la situación con la actividad.
Ariana González, Martina Vivas, Lucía Verdier, Lara Giordano, Julieta Confessore, Sofía García y Stefanía Rodríguez, fueron la cara visible del reclamo este fin de semana, pero las jugadoras que están hartas de la situación en la que está sumergida el voley femenino local, son muchísimas más.
Por otra parte, se estima que en la primera semana de septiembre los dirigentes esclarezcan y regularicen la situación con las jugadoras, expresándoles con cuánto dinero finalmente contará la actividad.
Las jugadoras se expresaron en redes sociales
Antonela Curatola, ex capitana de Vélez y recientemente retirada, hizo un gran descargo tanto en Instagram como en Twitter, y resaltó que “fueron muchísimos años de trabajo para jerarquizar al club a nivel nacional”, dejando ver el destrato que les tienen.
Además, Mariángeles “Chu” Cossar, jugadora de Boca Juniors, se expresó en Twitter; “Esto es muy grave. Que aparezcan quienes tengan que aparecer para que las chicas de Vélez puedan jugar. Necesitamos dirigentes a la altura de lo que el vóley femenino se merece”.
Esto es un claro ejemplo de lo que sucede en el mundo del amateurismo, y un gran reflejo de por qué se necesita que el voley femenino sea profesional en el país. Es una vergüenza que éstas deportistas, las últimas campeonas, que además juegan en un club de la magnitud de Vélez Sarsfield, tengan que estar reclamando que se les pague en tiempo y forma.
El Fortín es uno de los clubes con mayor infraestructura en cuanto a polideportivo del país, pero con una dirigencia que no tiene los pantalones bien puestos, a los atletas se les dificulta mantenerse enfocados. Es hora que las cosas cambien y que los Clubes Atléticos, como su nombre lo indica, dejen de ser futbolcéntricos y se den cuenta que el abanico deportivo es mucho más grande.
Ojalá que cuando abran los ojos no sea tarde. Ojalá que a pesar de toda esta precarización, las nenas elijan jugar al voley, porque el deporte no tiene la culpa de tener dirigentes que no estén a la altura de las circunstancias.