Hace 25 años el seleccionado uruguayo se consagró campeón de la Copa América por decimocuarta vez en su historia. El campeonato se disputó justamente en ese país, en las sedes de Montevideo, Maldonado, Rivera y Paysandú. Sin embargo, en 1995, previo a la edición número 37a de la Copa hubo otros acontecimientos que repercutieron en la prensa argentina. En febrero de ese año, Buenos Aires se llenó de rolingas porque Los Stones visitaron el país y brindaron cinco recitales. El país se vio conmovido por la muerte del Carlos Menem Junior, el 15 de marzo, tras un accidente aéreo mientras viajaba a Rosario con su amigo Silvio Oltra. El 14 de mayo fue reelecto presidente su padre, Carlos Saúl, en primera vuelta con el 49,4% de los votos, sacándole 20 puntos de ventaja al Frepaso. El 95 es recordado además por las muertes celebres que hubo: Juan Manuel Fangio, Osvaldo Pugliese, Arturo Frondizi y Carlos Monzón. Éste último falleció tras un accidente con su auto en una salida transitoria, ya que estaba condenado a prisión por el asesinato de su segunda esposa, Alicia Muñiz.
Con el Torito como mascota del certamen y con la canción de Carlos Canzini, «Todos goleando», llegó la ansiada Copa América. El anfitrión compartió la zona con Paraguay, México y Venezuela. Uruguay debutó ganándole 4 a 1 a la Vinotinto. Daniel Fonseca, Marcelo Otero, Enzo Francescoli y Gustavo Poyet fueron los autores de la goleada. En el partido siguiente, La Celeste, dirigida por Héctor Núñez, venció por 1 a 0 a Paraguay con gol del Príncipe. Ya clasificada, Uruguay disputó su último partido del grupo con los mexicanos: empataron 1 a 1. Uruguay empezó perdiendo, pero Marcelo Saralegui hizo el gol del empate.Bolivia fue el rival en Cuartos de Final. Se vieron las caras en Montevideo para buscar el pase a la Semifinal. La selección uruguaya se puso en ventaja al minuto de juego, tras una linda jugada colectiva en la que Otero la terminó en gol. A la media hora, desde un tiro libre del que se hizo cargo Francescoli, llegó el segundo tanto: centro del ídolo de River para Fonseca y éste, de tijera, la mandó al fondo de la red. Oscar Sánchez descontó para los bolivianos, pero no alcanzó y tuvieron que despedirse de la competencia. Días más tarde, el conjunto de Núñez se enfrentó a Colombia. La Celeste fue superior en los primeros 45 minutos, sin embargo René Higuita se mostró seguro y parecía ser el verdugo de los uruguayos. En el segundo tiempo, Enzo recibió la pelota dentro del área, enganchó y tiró el centro para Edgardo Adinolfi. Éste pateó fuerte para poner el primero. Nada pudo hacer el arquero. Minutos después, otra vez el Príncipe abrió la pelota para Poyet, quien tiró un centro por lo bajo al segundo palo para Otero, que marcó el segundo.
En el estadio Centenario, Uruguay y Brasil se enfrentaron en la final de la Copa. El partido fue parejo y trabado. Los brasileños abrieron el marcador, con gol de Marcus Túlio tras la asistencia de Edmundo Alves. Para jugar la segunda parte, Héctor Núñez agotó los cambios poniendo a Pablo Bengoechea y a Sergio Martínez (en el primer tiempo había salido lesionado Tabaré Silva). El empate de los uruguayos llegó de tiro libre: Bengoechea fue el encargado de poner la pelota en el ángulo. Cláudio Taffarel no reaccionó y vio como el balón entraba a su arco. Terminó el partido. Empate. No había tiempo extra, por lo tanto se definió directamente por penales. Los Charrúas anotaron todos. Para los brasileños sólo erró Túlio, el mismo de la inolvidable mano que había dejado afuera a la Argentina de ese certamen. Por eso, el gol de la consagración estaba en los pies del Manteca Martínez, que pateó fuerte a la derecha del arquero. Taffarel se tiró hacía el otro lado. Francescoli levantó la copa, logrando cumplir su sueño de “levantar la Copa América en medio de mi gente. Con el Centenario lleno gritando “Uruguay”, según reveló para un medio gráfico de su país. Por si fuera poco, fue designado como el mejor jugador del campeonato. Hubo fiesta grande del otro lado del Río de La Plata y en toda América el cielo se tiñó de celeste.