Cuando al amante del automovilismo le pregunten si recuerda cuál, según su opinión, fue el fin de semana más triste que vivió la fórmula 1, seguramente a su mente brotará el recuerdo del GP de San Marino, disputado en Imola en el año 1994, donde, por distintas circunstancias, perdieron la vida el piloto Austriaco Roland Ratzenberger y el tres veces campeón mundial, Ayrton Senna, hoy se cumplen 26 años de aquel negro fin de semana.
Cómo se fueron dando los hechos que desencadenaron en esa tragedia?
Aquí habría que hacer hincapié en varios motivos:
Primero, fue que en la temporada 1994, los autos sufrían cambios técnicos que perjudicaban notablemente su tenida, su balance y sobre todo su estabilidad.
Hacia finales de la temporada 1993, y ante el domino arrollador del conjunto Williams-Renault-Prost, la FIA decidió quitar los componentes electrónicos de los monoplazas con el fin de equiparar la categoría, uno de los factores más discutible del que se tomaron notas fue cuando se decidió erradicar completamente las suspensiones inteligentes de los autos. Los pilotos se encontraron que los autos que debían controlar, eran incontrolables.
Los propios ingenieros, pilotos y propietarios, no disimulaban su descontento ante un cambio tan drástico, ni siquiera su preocupación, cuando se le preguntaba como imaginaban el desempeño de su equipo durante la temporada 1994.
Uno de los que más desconfiaba de la nueva fiabilidad de su auto, era Frank Williams, quien reconocía:
“Este año podemos no tener ninguna ventaja técnica en nuestro auto con diferencia al resto y es posible no disponer del conjunto más rápido”.
Así y todo, era optimista al referirse a su equipo y sobre todo con la nueva adquisición en materia de pilotos:
“Ayrton es posiblemente el mejor piloto disponible, el mejor que queda actualmente, este equipo se creó para el éxito, nuestros asociados, inversores, y patrocinadores esperan lo mejor de nosotros, él es, digámoslo así. La mejor pieza de equipamiento para obtener los resultados que queremos”.
El periodista Norteamericano Jhon Bisignano explicaba:
“La federación internacional de automovilismo, FIA, ha prohibido algunos de los dispositivos electrónicos que causaron polémicas la temporada pasada, el objetivo es impedir el dominio de los equipos más poderosos como Williams Renault el actual campeón del mundo y que otros equipos con menor recurso económico se acerquen a los puestos de adelante”.
Senna, no disimulaba su inquietud a la hora de referirse a su medio mecánico, :
“Los autos ya no tienen los componentes electrónicos que utilizaban el año pasado, no tienen control de tracción, asistencia de frenada, ni suspensión electrónica, como dije antes, son un poco más inestables y por ende un poco más difíciles de pilotear, quizás se vean más autos accidentados, más salidas de pistas, entonces, con más salidas de pista, habrá más emoción para el público, puede darse que no pase nada …( pausa) pero cuando pase algo, no será nada bueno”.
Allí, Ayrton se dio cuenta que el “Auto fuera de este mundo” (como anteriormente lo llamaba), era rápido, poderoso, pero sumamente inestable y hasta a veces impredecible. El Williams modelo FW16 se convertía así en un monoplaza incontrolable, en una bestia difícil de manejar.
El campeonato mundial de Fórmula 1, comenzó el 27 de marzo en Brasil, la tierra de “Magic”, la pole quedó en sus manos , sin sentirse del todo cómodo dentro de su Williams :
“Me siento incomodo, en una posición errónea, cambiamos el asiento y el volante, pero aun así necesito más espacio”.
En la carrera, marchaba segundo a 8s del Alemán Michael Schumacher con su Benetton,hasta que en la vuelta 55 hizo un trompo, Ian Harrison Team Manager de Williams recuerda:
“Ayrton se disculpó diciendo que en el auto no había fallado nada, que fue un error propio, y que no volvería a suceder”.
La victoria fue para Michael Schumacher, seguido de Damon Hill con Williams, y Jean Alesi pilotando un Ferrari.
La segunda fecha mostró a Senna nuevamente en la pole, pero su carrera duro 200 metros al ser tocado en la largada por el McLaren de Mika Hakkinen, Schumacher venció nuevamente sumando en total 20 puntos contra ninguno de Ayrton, si o si, el piloto brasileño tenía que recuperarse en Imola, el campeonato si o si comenzaba allí.
Schumacher, Michael Schumacher, cuando Ayrton escudriñaba el desempeño del piloto alemán, observaba en su personalidad, más cosas en común que las que hubiese deseado, ambos poseían la misma hambre de victoria, cuando Ayrton llegó a la Fórmula 1, su mira apuntaba al mejor del momento, a quien era el referente de la categoría, Alain Prost y Senna, como un animal carroñero, apuntó su ira, su cólera, hacia él,comenzó a estudiarlo sigilosamente, poquito a poco hasta que se lanzó a destruir al francés con todas sus fuerzas y Prost lejos de amedrentarse se defendió de el mejor que lo que lo hizo con cualquiera.
La diferencia en ese momento, es que la presa pasaba a ser Ayrton, él era el punto de referencia, el “Antes y después” de la categoría, pero lo que sucedía es que Ayrton ya estaba cansado de tantas batallas en las trincheras de los GP, apenas le quedaban reservas de hombre en una temporada que iba a necesitar un ser humano entero, un hombre que pueda, como el ave fénix, resucitar de las cenizas en una categoría que se desvencijaba una y otra vez… Y Prost?, ¿Le interesa destronar al actual monarca de la Fórmula 1 quien escrituraba cuatro campeonatos mundiales contra tres?, ¿Deseaba con todas fuerzas defenestrarlo ante los ojos del mundo para que de una vez y por todas se de cuenta que el mejor era él?…No, ya no, a Prost que le den…si, que le den.
Al llegar el fin de semana de Imola, la prensa mundial titulaba Ayrton Senna obligado a la victoria, muestra clara que el “Paulista” necesitaba los puntos desesperadamente, por otra parte, el equipo Williams mostraba cierto descontento por parte del auto, Patrick Head aclaraba:
“Realmente no estamos nada contentos con el desempeño del monoplaza hasta el momento”.
Previo al comienzo de las prácticas oficiales del GP, Senna solicitó a Ian Harrison, una cámara, para así, colocarla en el techo de boxes y filmar el arranque de Schumacher, la inquietud de Ayrton , era ver si quedaban marcas de cubiertas en el asfalto, como era de sospechar, ya que pensaba que el Benetton usaba tecnología ilegal, se lo había comentado en su momento a Frank:
“No tenía sentido que Benetton estuviese haciendo trampas, él quería que protestáramos, pero no lo hicimos”.
Así y todo, el viernes marcó el mejor registro 1m21s5 medio segundo más rápido que Schumacher, pese a que la disconformidad para con su auto continuaba, Reginaldo Leme periodista de la cadena Brasilera O globo recordaba:
“Nunca sentí a Senna tan tenso como aquel fin de semana, no lo vi sonriendo en ningún momento, estaba siempre muy serio, fastidiado, diría que hasta entristecido”.
Luego de la primera tanda de entrenamiento, Ayrton, y Adrian Newey, padre del FW16, se juntaron para evaluar el comportamiento del auto del Brasileño mediante el estudio de la telemetría.
Senna:“El balance, es el balance, los cambios de balance, el auto….esta peor”.
Newey: “Tiende a irse más de un lado que hacia el otro, ¿o se la pasa cambiando?”.
Senna: “se va un poco más de trompa en la primera vuelta, y en la segunda cambia el balance”.
Newey: ¿“Subvira y sobrevira también?”.
Senna: “Si, cuando estoy en medio de la curva comienza a tirar, y cuando voy saliendo tira mucho más, es inestable, siento que voy a perder el control sobre el auto en cualquier momento, no me genera confianza en absoluto.”.
Antes de terminar la sesión, Rubens Barrichelo, un joven brasileño, poco agraciado en lo físico pero prometedor en cuanto a su talento como piloto, perdió el control de su Jordan Hart por entrar muy a prisa en la variante “Bassa”, el impacto fue tremendo y en un momento se pensó lo peor.
Allí estaba ese Paulista ni de tan solo 22 años, preso en ese Jordan volcado, desmembrado, enderezado con excesiva furia por parte de los comisarios de pista, inconsciente con la lengua doblada, ahogándose, ¿Vivo?, Muerto por varios segundos como declaró el médico que le salvó la vida arrojándose a la pista como de costumbre, como debe hacerse, como lo hizo siempre, ese médico se llamaba Sid Watkins y era el “Angel” de los pilotos, el último en quien depositar las esperanzas, cuando ya todos los amuletos perdieron su fuerza.
Watkins tenia 66 años, era un hombre jovial, bebedor, de aspecto “Bonachón” criado en Liverpool, donde su padre primero con una tienda de bicicletas y más tarde con un oscuro taller mecánico, encontró en Sid el hijo ideal, el amigo inseparable, el confidente único de tantas tardes frías y fue allí, en ese oscuro taller mecánico y no en la universidad de Medicina donde Watkins aprendió a usar sus manos.
Ayrton fue el primero en llegar al hospital donde se trataba al joven Barrichello. Quería ver en persona algo que lo tocaba muy de cerca, al salir, con la mirada clavada en el suelo, repitió una y otra vez, “Se encuentra Bien”, “Se encuentra bien” Siete veces lo dijo, antes de caer en un mutismo impenetrable.
El sábado, con un auto que no estaba a punto y ni que le gustaba, Ayrton marcó la pole, la número 65 de su carrera y la que sería su última.
A Roland Ratzenberger lo conocimos cuando ya era demasiado tarde, lo poco que sabíamos de él, era que su Curriculum estaba más seco que su cuenta bancaria.
Faltando veinte minutos para finalizar las tandas clasificadoras, Roland le comenta a su ingeniero de pista Nick Wirth:
“Mierda, tengo que controlarme un poco, estoy peleando con el auto como nadie, no le puedo encontrar el límite”.
Cuentan que el Austriaco hizo un giro de reconocimiento calentado las cubiertas, pasó por la meta principal zigzagueando, y por el rugido del Ford HB los presentes se taparon los oídos, se dice que Roland no pudo negociar la curva variante alta yéndose fuera de pista, esto quizás fue lo que resintió el soporte del alerón delantero de su Simtek, pero el Austríaco guapeó el auto subiéndolo nuevamente, volanteó varias veces para limpiar sus cubiertas, y aceleró sin piedad buscando su tiempo de clasificación, una bloqueada antes de Tamburello, a 315KM/H en el curvón que se tomaba como una recta fue suficiente para que al entrar a la variante Villeneuve, el alerón delantero de su auto se desprendiera, el impacto fue terrible.
Se pudo observar una mancha violeta que saltó por los aires para perderse en una nube de polvo y tierra y después nada, apenas un coche al que le quedan unos restos de carrocería en el lateral reducido en chatarra luego del impacto en la curva “Villeneuve”, girando sobre sí mismo, cada vez más despacio hasta quedar detenido, un brazo, una pierna a la vista, ensangrentados, la cabeza abandonada.
Sid Watkins se lanzó sobre él para arrebatárselo a esa muerte maldita que impertérritamente lo arrastraba al más allá.
Le practicó un masaje cardíaco, el médico comprendió lo desesperado e inútil de la situación nada más ver aquel cuerpo similar a un maniquí descoyuntado, los ojos de todo el mundo veían las palabras “Doctor” escritos en el mono blanco de quien en más de una oportunidad le suplicábamos mucho más que al mismísimo Dios.
Las manos raudas al comienzo, luego mucho más lentas, como un monitor al que se le apagan los signos vitales antes del último suspiro.
En la ambulancia, el corazón de Roland apenas latía, dejo de funcionar ocho minutos después que el helicóptero que lo trasladaba al hospital “Maggiore” de Bolonia abandonaba la tierra.
Roland falleció por rotura de la base de cráneo, las imágenes televisivas causaban estupor.
Los presentes albergaban un poco de esperanza, hasta que un comunicado comenzó a circular en torno al circuito Enzo y Dino Ferrari:
“Damas y caballeros , los organizadores del Gran premio de San Marino, han recibido el informe del hospital Maggiore de Bolonia, que el piloto del auto numero 32,Roland Ratzenberger, ha fallecido debido a las lesiones ocasionadas por el accidente que sufrió en la prueba clasificatoria de Imola, este sábado 30 de abril.”
La muerte golpeaba a la Fórmula 1 otra vez, pero para esta generación era algo nuevo, jamás habían convivido con ella y la categoría se desentendía de un hecho así desde 1982, cuando falleció Ricardo Paletti, antes de largar el GP de Canadá. Los pilotos se preguntaban ¿Qué hacemos acá? ¿Para qué? Ayrton fue al lugar del accidente costándole un apercibimiento. La FIA le dijo:
“ Retírese de aquí, su deber es pilotar.”
Sid Watkins recuerda:
“Ayrton quedó muy conmovido e incluso llegó a llorar, y fue ahí cuando le dije, ¿Sabes Ayrton?, eres tricampeón mundial, eres el hombre más rápido del mundo, a él le gustaba la pesca y yo le dije ¿Por qué no te retiras?, Yo me retiro también y vamos a pescar. El me respondió, Sid, no me puedo retirar. Al llegar al Motorhome de Williams y encerrarse, Frank no sabía si Senna estaría presente en la grilla el domingo. El equipo estaba seguro que él no quería correr, esa noche, Senna pidió una bandera austriaca para honrar a su caído colega.”
¿Quién era Ratzenberger? el diccionario de Alfredo Parga lo presenta así:
“Roland Ratzenberger había nacido el 4 de julio de 1962 en Salzburgo (Austria), ingeniero mecánico de profesión, corría obsesionado por la falta de dinero, había conseguido entrar a la Fórmula 1 hipotecando hasta su última esperanza, empezaba a competir en la Fórmula Ford 1600 en 1983 y sabía lo que hacía, iba a ser campeón Alemán, Austriaco y Europeo en 1985, y ganaba el festival Ford de Brands Hatch en 1986, en Japón corría turismo grupo C y Fórmula 3000 desde 1989, alcanzando el campeonato en 1990 y 1992, en 1993 disputaría las 24 horas de Le Mans, iba a ser quinto en la general y ganador en su categoría …era alguien, cuando entregaba lo poco que había podido juntar para correr un tuberculoso Simtek, le aclaraban sin remilgos …alcanza para cinco carreras, después…….. después, si no había más Roland sabía que todo habría terminado para él, que tendría que meter sus sueños en una valija y volverse a su Austria natal, no conseguía clasificarse en Brasil, en el Gran Premio del pacifico (Aida Japón) terminaría 11 a cinco vueltas del ganador después de largar ultimo entre los 26 pilotos que iniciaban la carrera, Imola representaría su tercera oportunidad cuando solo quedaba dinero para correr Mónaco y España, cuando su ataúd estaba en camino de Austria, en el equipo se lo reemplazaba antes que su padre acercara entre sus manos torpes un ramo de flores al lugar donde Roland Ratzenberger había muerto, ya no era nada, en Salzburgo, aseguran que con él murió el último caballero.”