Villa San Carlos inició las gestiones para incluir a la delantera en su plantel de cara a la segunda parte del torneo profesional. Cuáles son los motivos por los que la AFA debería dar el visto bueno a su fichaje.
El pasado 6 de enero, el plantel de Villa San Carlos comenzó su pretemporada con el objetivo de ponerse a punto para la continuidad del torneo femenino de Primera División. En el entrenamiento hubo dos caras nuevas: las de Ludmila Angeli y Mara Gómez. La presencia de la segunda significó un hito en la historia del fútbol de mujeres de la Argentina: es la primera vez que un equipo de la máxima categoría suma a una futbolista trans en su plantel.
Por el momento, el conjunto de Berisso está a la espera de la respuesta de la AFA respecto del fichaje de Mara, quien recién podría integrarse al plantel cuando comience la segunda parte del campeonato (a principios de abril). La jugadora no firmará contrato profesional debido a que la institución ya ha rubricado los ocho vínculos que establece -como mínimo- la profesionalización. En la actualidad, el Villero marcha último en la tabla de posiciones, con solo un punto, producto de un empate y nueve derrotas. En la segunda parte del certamen jugará en la Zona Permanencia para sostener su plaza en Primera.
Mara Gómez, de 22 años, llega a Villa San Carlos con enormes pergaminos y con la misión de cambiarle la cara a un elenco que necesita de sus goles para quedarse en la máxima categoría. Hace ya varias temporadas que la jugadora se desempeña con gran éxito en distintos equipos de la Liga Amateur Platense. Pasó por Asociación Iris, UOCRA y AFI Las Malvinas. Con este último elenco fue bicampeona (Clausura y Apertura 2019) y máxima goleadora (15 y 18 tantos, respectivamente). Su compromiso y su pasión por el fútbol son innegables. Su amplia trayectoria también incluye haber sido parte del plantel de Cambaceres (donde jugó torneos por fuera de AFA) y haber integrado la Selección Platense de Fútbol Femenino que en 2019 jugó un amistoso contra Deportivo Curtidores.
En Villa San Carlos son optimistas respecto del pedido que han hecho a la AFA para anotar a Mara como jugadora para el torneo profesional. Hay, al menos, tres factores que sostienen esa ilusión. En primer lugar está el hecho de que la delantera cuenta con todos los estudios que comprueban que sus niveles de testosterona están dentro de los límites que establecen los reglamentos para competir en la rama femenina de la disciplina. Luego, confían en la aplicación de la Ley de Identidad de Género, normativa con la que la Argentina fue pionera en materia de garantía de derechos y que, entre otras cuestiones, establece la obligatoriedad de que las personas trans sean tratadas de acuerdo a su identidad de género autopercibida. Finalmente, existe un caso de una jugadora trans que milita en la Primera B del fútbol femenino argentino (aunque se trata de un torneo amateur, depende directamente de AFA y el fichaje sienta un precedente fundamental).
El anuncio de la llegada de Mara a las Villeras fue bien recibido por la comunidad del fútbol femenino argentino. Jugadoras de diversos clubes le dieron la bienvenida y celebraron un fichaje que, más allá del caso particular, representa la voluntad de cumplir los derechos de una población históricamente invisibilizada y violentada como es la de las (y los) trans. Lejos de reclamar y de quejarse por una supuesta ventaja física que favorecería a la jugadora del elenco de Berisso, las deportistas celebraron su inclusión. Este respaldo no es nuevo para Mara quien, según cuentan quienes siguen a la Liga Amateur Platense, siempre fue aceptada y valorada por sus colegas. Ella no es la única futbolista trans que se ha desempeñado en ese torneo, hoy también está Ángeles Helguera.
La inclusión de las y los deportistas trans es un debate actual y es uno de los grandes desafíos contemporáneos en el deporte de alto rendimiento. En la previa de los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro de 2016, el Comité Olímpico Internacional (COI) cambió sus políticas y determinó que ya no es necesario que los deportistas transgénero atraviesen una operación para competir en la rama correspondiente a la identidad de género que expresan. De todos modos, mantuvo sus recomendaciones respecto a la medición de la testosterona: las mujeres trans deben mantener sus niveles por debajo de los 10nmol/L durante todo el año previo a la competencia.
Las discusiones, al día de hoy, implican idas y vueltas entre las miradas estrictamente biologicistas (centradas en los orgánico, lo genético) y aquellas que amplían el horizonte para aportar perspectivas vinculadas a lo social y a la ampliación de derechos.
“(…) Los expertos médicos coinciden cada vez más en que el hecho de tomar hormonas femeninas inhibe las ventajas de fuerza o musculares que podría haber dado la testosterona. Además, coloca a las atletas que transicionan de masculino a femenino -y que hayan completado su transición- en el mismo rango general de fuerza y de desempeño exhibido por las mujeres que no son transgénero y que están en competencia”, sostiene en uno de sus documentos la Fundación para las Mujeres en el Deporte, la entidad sin fines de lucro creada por la ex tenista Billie Jean King – una incansable luchadora por los derechos de las mujeres y de la comunidad LGBT+ – para garantizar el acceso de las mujeres y de todas las identidades sexo-genéricas a la práctica deportiva.
Para Ariel Velázquez, integrante de la Federación Argentina de Lesbianas, Gays, Bisexuales y Trans (FALGBT), es “preocupante, arbitrario y discriminatorio” que Mara deba presentar un análisis hormonal y que este condicione su fichaje. “Es ilegal, ya que no se respeta su identidad de género”, agregó.
“Acá se piensa mucho en una recomendación del COI, pero esta no puede estar por encima de la ley argentina. La Ley de Identidad de Género es clara: no hay ninguna reglamentación que pueda impedir el trato digno a las personas y el respeto a su identidad. Además, la del COI es una recomendación, no una reglamentación, y fue pensada para aquellos países que no tienen Ley de Identidad de Género, que no es el caso de Argentina”, señaló Velázquez, que hasta 2019 estuvo a cargo de la Secretaría de Deportes de la FALGBT.
La noticia de Mara suscitó una serie de cuestionamientos, sobre todo en las redes sociales. Más allá de los repudiables comentarios transfóbicos y los discursos de odio (que deben ser concreta y eficazmente sancionados), hubo muchos usuarios que, atados a esa visión biologicista, denunciaron una supuesta ventaja física de la futbolista respecto de sus rivales. Teniendo en cuenta que a la cancha salen 22 jugadores o jugadoras con características que pueden ser muy distintas, cabe hacerse algunas preguntas: ¿existen diferencias entre un delantero que mide 1.65 y pesa 65 kilos que va a chocar contra un defensor de más de 2 metros que acusa 120 kilos? ¿Es el mismo el desempeño de una lateral cuya característica es la velocidad y el de una enganche que corre menos, pero que tiene una gran habilidad con la pelota en los pies? El fútbol es un deporte en el que conviven personas con diversas cualidades físicas: algunas son más veloces, otras son más potentes, están las que tienen más fuerza y las que se destacan por su explosión. Todo esto sin siquiera empezar a hablar del mayor o menor talento que se pueda tener con la pelota en los pies.
“El concepto de ventaja física que como tal no existe. Existen diferencias físicas, pero eso no es automáticamente una ventaja. Las diferencias físicas existen entre todos los cuerpos, independientemente del género. No es ventaja ser más alto o más bajo, pesar más o menos, o ser más rápido, mucho menos en deportes grupales. Allí, una cualidad por sí misma no implica una ventaja o una desventaja. Lo cierto es que hay diferencias técnicas o tácticas y eso se desarrolla, se adquiere o se mejora con el entrenamiento”, recalcó Velázquez y, a la hora de dar un ejemplo, planteó: “Usain Bolt es el más veloz, pero cuando incursionó en el fútbol eso no lo hizo el mejor del mundo”.
La realidad marca que, puntualizando en la actualidad del torneo femenino profesional argentino, se expresan otra desigualdades que nada tienen que ver con el género. Hay equipos en el que todas las jugadoras tienen contratos y cobran por su trabajo como futbolistas, mientras que en otros clubes hay otras no tienen salarios y ni siquiera cuentan con las condiciones mínimas para entrenar.
A fin de cuentas, hacer hincapié solamente en las cuestiones biológicas termina negando el derecho de las personas trans a la práctica deportiva, tanto en el nivel recreativo como en el alto rendimiento. Esto, incluso, afecta a las personas Cis (aquellas que se identifican con el sexo con el que nacieron), tal es el caso de la atleta sudafricana Caster Semenya, quien ha estado en permanente cuestionamiento debido a que su cuerpo produce niveles de testosterona mayores que los usuales en las mujeres.
Es por eso que la mirada debe ser integral. La inclusión de una futbolista trans implica, finalmente, saldar una histórica deuda y apostar por la ampliación de derechos. De primar esa perspectiva, en abril próximo podremos decir: «¡Bienvenida Mara Gómez al torneo profesional femenino de la Argentina!”.